ASI SOY

Díscolo demasiadas veces, intento suplirlo con ciertas rachas en ser competitivo y eficiente, teniendo un estilo muy sevillano. Siguiendo con el carácter de mi tierra, se me da tan bien ser despreocupado, como responsable, aunque me aplique más en lo primero. Sin embargo, mi disconformidad, provoca que no me gusten los límites, y me aplico en que se superen, tanto los míos, como los sociales. A veces de modo alocado, otras, responsablemente (creo).

sábado, 7 de mayo de 2011

LA MURALLA DE SEVILLA

  Sevilla, ciudad de romances, la Híspalis de Julio Cesar o la Isbylia de Almotamid. ¿Quién no ha necesitado la necesidad de perderse por los callejones de su memoria?.  Hoy vamos a perdernos entre sus murallas y más adelante saldremos a pasear por cada una de sus puertas y postigos.
     Sevilla, desde Los Cartagineses, siempre ha estado abrigada por murallas. Bien es cierto que fue Julio Cesar quien construyó estas murallas, pero no es menos verdad que las mismas reemplazaban a las antiguas que están hechas de barro y madera, y que posteriormente fueron reformadas por musulmanes y cristianos. En el estudio hecho por Romualdo de Gelo, publica las modificaciones que sufrieron las murallas de Sevilla:
     En el año 844 Abd-al-Rahman II, según el historiador árabe Ibn-al-Cutya,  reconstruye las murallas destruidas por el ataque de los Normandos.
     En la época de Abd-al-Rahman III, en el año 913, se derriba parte de las murallas, dado el clima de paz existente y el crecimiento de la ciudad, según refiere Ben-Adhari.
     En 1023 el rey Abud-Qasim-Musammad ben Abbad ordenó reconstruir las murallas de Sevilla (Isbylia), como medio de protección ante el inexorable avance de las tropas cristianas, tras una complicada etapa en la que se habían sucedido el Califato de Córdoba, los Reinos de Taifas y el Imperio Almorávide.
     A finales del siglo XI y comienzos del XII los almorávides construyen las nuevas murallas, después de las campañas de guerra contra los Reyes Alfonso VI "el batallador" (1105) y Alfonso VII (1132). Destaca en este proceso el qadí almoraví Abú Bakr, quien decidió construir nuevas murallas de forma ovalada con entrantes y salientes en la zona que bordea los ríos, y con un eje norte-sur, con una longitud de unos 7.180 m, realizada con muros de tapial, dejando en su interior el mayor recinto amurallado de la época, unas 273 Ha, que no se colmató hasta el siglo XIX, lo que da idea de su magnitud.
    En 1150 se construye la muralla de la Alcazaba con sillares de piedra.
    En 1168 se reconstruye la muralla por el lado del río.
    En 1171 se construye el puente de barcas que une Triana y Sevilla.
   
    Las graves inundaciones de 1201 derriban parte de las murallas existentes entre las puertas de Triana y el Almuédano.
   En 1221-22 se construye la Torre del Oro, el antemuro, el foso circular que la rodea, se restauran y refuerzan las murallas existentes, lo que no impidió que en 1248 la ciudad cayera en manos de las tropas cristianas de Fernando III de Castilla, el rey Santo. Desde el siglo XIII en que Sevilla fue conquistada por San Fernando (1248), ya no tenía esta función defensiva, aunque siguió ocupando un papel importante en la defensa frente al gran enemigo histórico de Sevilla: el río Guadalquivir y sus avenidas. Diecisiete inundaciones se registraron en Sevilla durante el XVI, más una veintena que afectaron parcialmente al recinto de la ciudad. Por ello se conservaron hasta el siglo XIX. Fuera de las murallas, las aguas embarraban y arrasaban los cultivos y sembrados, arruinando las cosechas y cortando las comunicaciones durante semanas. En ocasiones, la violencia de la inundación era tal que se llegaba a romper el puente de barcas, aislando a Sevilla de Triana y de su entorno. El puerto fluvial, vital para la economía de la ciudad, sufrió siempre la fuerza de las avenidas, interrumpiendo el funcionamiento de la aduana, dañando las mercancías y los almacenes que las aguardaban, anegando los barcos. A veces, las inundaciones del Guadalquivir se veían incrementadas con las aguas del Tagarete, el otro cauce que bordeaba la ciudad por el este y sur.
     Después de la conquista cristiana las murallas siguieron defendiendo la ciudad,  hasta que en 1861 se decidió la demolición de una de las murallas más largas de Europa

     Las murallas llegaron a alcanzar 7314 metros y llegaron a tener 166 torreones que distaban uno de otro a 40 metros, hubo 13 puertas y 6 postigos. Estaban hecha con mortero de cal.

          Las torre estaban edificadas estratégicamente o cerca del río, asi tenemos por ejemplo, la Torre del Oro,  su misión era controlar la entrada de barcos a la vez que impedir el paso de los mismo por el lado izquierdo del río. Para ello se apoyaba de un fortín en la orilla opuesta, desde el mismo se tendía una cadena que al ser tensada impedía el trafico de barcos. En los casos en que la torre quedaba aislada se levantaba un lienzo de muralla con lo que quedaba insertada en la cerca general; a este lienzo de muralla se le denomina coracha. En la muralla de Sevilla se construye una coracha que va desde el Alcázar hasta el río, en cuyo recorrido se conservan aún cinco torres: dos en la antigua cilla del Cabildo (calle Santo Tomás), de planta cuadrada; la Torre del Homenaje  o de Abb-al-Aziz (Avda. de la Constitución) de planta hexagonal; la Torre de la Plata de planta octogonal (calle Santander), y en el extremo de esta coracha la Torre del Oro de planta dodecagonal. En la actualidad esta última se encuentra aislada al derribarse en el año 1821 la muralla que la unía a la Torre de la Plata.
     De las puertas de Sevilla y postigos iremos hablando poco a poco, como  introducción diremos que las puertas fueron: La del Sol, Osario, Carmona.La Carne, San Fernando, Jerez, El Arenal, Triana, Real, San Juan, La Barqueta o Almenilla, La Macarena y la de Córdoba. Los postigos: El del Aceite, del Carbón, del Jabón, Alcazar, San Antonio y Feria o Basura.

Serva Labari

Nota.- Fuentes consultadas: Estudio de Romualdo de Gelo sobre la muralla y puertas de Sevilla. Fotos de Martin Javier

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