ASI SOY

Díscolo demasiadas veces, intento suplirlo con ciertas rachas en ser competitivo y eficiente, teniendo un estilo muy sevillano. Siguiendo con el carácter de mi tierra, se me da tan bien ser despreocupado, como responsable, aunque me aplique más en lo primero. Sin embargo, mi disconformidad, provoca que no me gusten los límites, y me aplico en que se superen, tanto los míos, como los sociales. A veces de modo alocado, otras, responsablemente (creo).

domingo, 29 de mayo de 2011

LAS CRUCES DE MAYO

Articulo publicado por El Correo de Andalucía, LO APLAUDO. ¡ QUE NO DECAIGA!

 

Tantos padres como niños en el concurso municipal de cruces de mayo, que ayer llenó de huecos libres los Jardines de Murillo.

     Minutos antes de las diez de la mañana de ayer y ya bajo un calor espantoso, un paso salía del portón trasero de una furgoneta. Lo hacía sin himno ni cura con sobrepelliz, pero con la solemnidad consustancial a los niños. Su rótulo (el de la furgoneta): Escuela Hípica La Ponderosa. La habían parado un segundito en la Glorieta de San Diego para oficiar de capilla. Todo fue colocarle a la canastilla la cruz encima, que estaba apoyada en la puerta del conductor, y tirar con su breve cortejo de niños y padres para los Jardines de Murillo, donde los responsables de Fiestas Mayores aguardaban a los ocho pasitos inscritos en el concurso municipal de cruces de mayo. Los de las carpetillas se temían, según comentaron, que con el puente no fuesen a presentarse todos (como efectivamente ocurrió: acudieron seis y los seis se llevaron premio). Además, el año pasado habían sido 15 los concurrentes y se mascaba cierta penilla al ver cómo van decayendo las cosas, cómo se pasa la vida, cómo se llega la muerte tan callando, la muy...

 
     "La culpa es de las comuniones", tercia un señor desde una de las comitivas. "A nosotros se nos han caído dos costaleros por eso, así que veremos a ver cómo hacemos ahora para el desfile. No es que no haya quien lo lleve, pero es la diferencia de alturas." Ajajá. Entonces era por eso que se había visto acarrear un paso entre dos padres, cual Santas Justa y Rufina, desde la esquina de la Fábrica de Tabacos hasta la sombrita de los Jardines. Peor les fue a los que ni se presentaron. "Y si saben que van a tener comuniones y no van a poder venir, ¿para qué se apuntan?", se lamentaba ayer por lo bajini el director de Fiestas Mayores, Carlos García Lara. There's no way to respond, que cantaba Peter Gabriel.
"¡Echa p'allá, joé, que eres mu chico!", le espeta con aires pistoleros un ciclista disfrazado de Alberto Contador, que venía como las balas, a uno de los niños vestidos de Domingo de Ramos en el imperceptible carril bici de la esquina, después de pegarle al chiquillo un empujón indigno no sólo de quien se llama a sí mismo deportista, sino de alguien que tenga dedos prensores en vez de pinzas. Pero es la tiranía de lo guay, de la que lo mismo conocen uno o dos ejemplos más.

 
    Padres con un radiocassette blanco que a última hora no funciona; pasitos que toman querencia por la muralla del Alcázar y a los que hay que ir sacando de lado a tirones, cada pocos metros; costaleras inspiradísimas; escaleras agarradas a la cruz del paso mediante ganchos de colgar las perchas; lacitos, diademas, algo de incienso, docenas de costales, camaritas de fotos... Al final, el reparto de premios fue para Marita Hernández (primero), Juan Carlos Jiménez (segundo) y África Fernández (tercero), en la categoría infantil; en la juvenil, triunfaron María de los Ángeles Francés (primero), Carlos Hugo Núñez (segundo) y Carlos Muñoz (tercero).

 
     "Demasiados padres", sonreía a cierta distancia una señora que se presentó como fotógrafa holandesa, bien dispuesta a charlar en un imperfecto pero agradabilísimo español, si no había que dar el nombre. "Me gustaban más antes", con lo que se vuelve a Jorge Manrique, poeta de la dinastía Zoido: Cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor. "Tengo 70 años y he visto muchas cruces de mayo aquí en Sevilla", insistía ella. "Anoche mismo, en la Puerta Osario. Entraron en un bar con el paso y todo. El hombre comentó de broma que allí siempre habían entrado los costaleros, pero no antes de quitarse el paso de encima. Sí. Me gusta así, natural, como ha sido siempre: una caja de cartón con una cruz clavada y una muñeca, y un chiquillo detrás con una lata recogiendo las limosnas. Las cruces de mayo son para los niños." A buenas hora lo dice la señora.

miércoles, 25 de mayo de 2011

¡ COMO ESTA SEVILLA !


     ¡ Hay que ver como esta Sevilla!, yo no me explico como la cabezas pensante que tenemos, quizás sea porque a ellos no les afecta, planifican las obras y con ellas las alternativas, me explico.

     Hay actualmente dos obras en Sevilla que tienen formado un caos de trafico de mil pares, una de ellas es la que se está realizando a la altura de Los Arcos con la Av de Andalucía, resulta que si vienes desde el Poligono San Pablo y quieres girar a la izquierda en ese cruce para ir direccion Alcala de Guadaira, Torreblanca, Málaga etc, te tienes que ir hasta el Cerro del Aguila para, desde allí, volver hacia atrás y, una vez llegado al Cruce con Federico Mayo Gayarre, meterte por la barrida Madre de Dios y Los Pajaritos para salir a la Avenida de Andalucia, ya que no han dejado mas alternativa. El que ha pensado eso lo debería de proponer para darle el titulo de TONTO DEL AÑO, lo ganaría sin problema.

     Otra obra es la que va desde la Av de La Raza hasta la Palmera, hoy nos hemos llevado para cruzar la avenida de La Raza mas de una hora y media, manda cojones, y para colmo la Av de La Palmnera cortada a ciertas alturas.

     Yo no me explico que pasa con las obras en Sevilla, se saben cuando empiezan pero no cuando terminan, en cualquier ciudad de España esto no ocurre, y se hacen obras de mucho mayor emvergaduras, primero tardan mucho menos en hacerla que en Sevilla y segundo se abren alternativas, pero aqui no, aqui se llega un día, llega el tío de la excavadora, pone dos vallas y que se fastidien todos y si tiene que aguantar un atasco dos horas, pues nada hijo, aguantalo,,, y de prisa por acabarla, nada, correr es de cobarde.

     A los señores que tiene la responsabilidad de "ordenar" todo esto, les pido que se dejen de ir al despacho para hacer palomitas de papel y que planifiquen bien y que recuerden que la cabeza no está sólo para llevar sombrero, sino para pensar, pero quizás eso sea  mucho pedir.

Serva Labari


domingo, 22 de mayo de 2011

UN AÑO EL SEVILLA F.C, EN EUROPA

     Negredo metió la quinta ante el Español. El Sevilla F,C, un año mas estará en Europa. Un apunte para que Del Bosque lo tenga en cuenta.

     Hay que hacer, al menos yo lo hago, una especial consideración con un jugador y a la vez que, una persona llena de humanidad, él es Kanouté, decia Manzano ,,, ",,, ayer enterraba a su padre y hoy daba muestra de su profesionalidad,,," .

     Después de una temporada, no falta de altibajos y nervios, por sexto año consecutivo, el Sevilla F.C consigue su quinto puesto en la liga, un hito no facil de conseguir. La afición de Nervión, merecedora desde todo punto de vista, es en gran parte responsable de este logro. Su incondicional apoyo ha sido un valuarte que, tanto en los malos como en los buenos momentos ha sabido estar ahí.

     Como escribí cuando el Betis subió a primera, lo hago ahora con El Sevilla, los sevillistas y sevillanos que sevillanos se consideren, debemos de estar orgullosos que un equipo de nuestra ciudad nos represente en Europa.


Serva Labari

jueves, 19 de mayo de 2011

LAS PUERTAS DE SEVILLA ( PUERTA DE LA MACARENA)

     La Puerta de la Macarena, conocida popularmente por el Arco de La Macarena, está situada al Norte de Sevilla, y era la mayor puerta de toda la muralla.
                Se cuenta que por esta puerta entro el Infante Don Fadrique en el año 1358 cuando regresó a Sevilla engañado por su hermano  Pedro I de Castilla, al que algunos llamaron el justiciero y otro el cruel, y posteriormente dio muerte a su hermano Don Fadrique.
                Con objeto de celebrar sus bodas, con la infante Isabel, hija de los reyes de Portugal,  el 10 de Marzo de 1526 hizo su entrada Sevilla por esta puerta el rey Carlos I siendo asistente de la ciudad D. Juan de Silva y Rivera, después de la solemne ceremonia de firmar  antes las puertas cerrada la protesta de reconocer y conservar los privilegios, exenciones, derechos, buenos usos y costumbres de la ciudad, un acto que hasta no ser verificado no se dio paso a la comitiva.
                Cuando la epidemia que azoló a Sevilla en 1649 se hizo un cementerio en  el llamado campo del Hospital, y por la misma salían los cadáveres, fueron escenas verdaderamente horrorosas, basta decir que el barrio de San Gil quedó desierta durante dos años.
                En 1793 y 1795 fue reedificada como según consta en dos lapidas que hay en lado exterior izquierdo. En el lado derecho existe otra en la que se hace constar por ordenanza con fecha de 1630 previniendo a los guardas que no ejerzan fuera de la puerta.
                En 1836 se hicieron obras en la puerta de carácter defensivo que comenzaron el 29 de Septiembre, las mismas se llevaron a cabo con motivo de la división carlista al mando de Gómez que invadieron Andalucía, las mencionas obras constaron de la construcción de un foso  con parapeto y puente elevadizo.
                En la puerta se pueden observar cinco  lapidas embutidas en sus paredes y coronando el arco un azulejo de La Esperanza Macarena realizado por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela con el lema “ Ella es tabernáculo de Dios y puerta del cielo”, flanqueado por los escudos de   España, Sevilla y el de la Hermandad. Este azulejo fue inaugurado el 27 de Mayo de 1923  por la infanta María Esperanza de Borbón. Este retablo se hizo por iniciativa del consejero espiritual Padre Sebastián y Bandaran Para pagar su factura se organizó una suscripción popular, que alcanzó la suma de 1.018 pesetas, publicándose la marcha de la recaudación en las páginas de "El Correo de Andalucía" y de "El Noticiero Sevillano". Su cocción defectuosa hizo que se retocase al óleo y aparece flanqueado por los escudos de España y Sevilla, a la derecha y los de la Hermandad Macarena, a su izquierda.
     El 23 de septiembre de 1995, dentro de los actos conmemorativos del IV Centenario fundacional de la Hermandad de la Macarena, tuvo lugar un Solemne Pontifical con el paso de la Virgen bajo el Arco, oficiado por el Arzobispo de Sevilla Fray Carlos Amigo Vallejo, con asistencia de numerosas personalidades, entre ellas Sus Altezas Reales D. Pedro de Orleans y Dña. Esperanza de Borbón. Esta última era la misma que en su juventud asistiera como madrina a la ceremonia de bendición del retablo cerámico que corona el Arco de la Macarena desde el 27 de mayo de 1923

Serva Labari

domingo, 15 de mayo de 2011

EL BETIS, EQUIPO DE PRIMERA DIVISIÓN

Ya está el Betis en primera, en una división que, por derecho y por afición nunca debió de abandonar. Bajó por un gol y, también, por un gol, no subió la temporada pasada, pero esa legión de banderas verdes y blancas  del Villamarín, que sabe de muchas cosas, sabe también dejar atrás el pasado  y mirar al futuro.
Temporada de libertad de liberación, de avatares , de recuperación del Betis, Real, para los béticos, de líderes con corazón verdes y blanco, ¡que se quede, hombre, que se quede! ., temporada intensa  y, sobre todo, temporada de incontestable buen futbol y de canteranos.
     Día grande para el Betis, Real, para los béticos y el belicismo, para Sevilla y como no, debería ser también, para los sevillanos que sevillanos se sientan.
     Felicidades y enhorabuena a todos aquellos que de verdad se alegren, a los que, pues nada, como dicen los franceses Ce´t la vie
Serva Labari

sábado, 14 de mayo de 2011

CEMENTERIO DE SEVILLA, MONUMENTO A JOSELITO EL GALLO

               Hoy, vamos hablar y dar  a conocer un poco del cementerio de Sevilla, donde, se hallan verdaderas obras de arte. Vamos a empezar con el mausoleo de Joselito “El Gallo”.
                Entrando, a la izquierda y pasando los panteones militares, enmascarado entre cipreses se encuentra este mausoleo. Es de grande dimensiones y realizado por Mariano Benlliure. Representa a un grupo de gentes que llevan a hombros el cuerpo de Joselito.
                El grandioso conjunto está hecho de bronce, a excepción del rostro del torero y la seda que cubre el cuerpo, que son de mármol blanco de Carrara, con lo que, sobre el color verdoso del bronce envejecido, destaca, la palidez mortal de Joselito.
                En el grupo figura en primer lugar, va una mujer, joven, que porta una imagen de la Virgen, creo que La Macarena. Esta mujer es María la gitana, casada con el célebre cantaor Curro el de La Jeroma. Los demás personajes son amigos llegados a Joselito, pero que no concuerdan con la realidad, pues al lado izquierdo del féretro, el primero de los que lo portan al hombro, un hombre viejo con grandes patillas, es Eduardo Miura, y que había fallecido antes que el maestro, pero quiso el escultor que fuese él quien representase a los ganaderos. Detrás de don Eduardo va Ignacio Sánchez Mejías, también torero. Otros de los personajes son gitanos y gitanas de la familia de los Ortega, pues Joselito, Gómez por su padre, era Ortega por su madre, hijo de la “Seña Gabriela”.
                Joselito o como se le conocía también, Joselito El Gallo, Gallito o Joselito Maravilla, murió el 6 de Mayo de 1920 en Talavera de la Reina; “Bailaor” fue el toro que le quitó la vida y a su muerte La Macarena vistió de luto.

Serva Labari

lunes, 9 de mayo de 2011

ITIMAD "La Romayquia"

En los tiempos en los que la Península Ibérica era un rompecabezas de reinos cristianos y de taifas musulmanas, reinaba en la ciudad de Sevilla, Almutamid, el rey-poeta de la dinastía abadí. Almutamid ha pasado a la historia y a la leyenda no como estadista ni estratega, sino como apasionado de las artes, sobre todo de las letras, y como enamorado fiel y generoso de una esclava bereber llamada Itimad, conocida en su barrio de Triana como “la Romayquía”.

     El rey Almutamid era aficionado a largos paseos al ocaso por la orilla del río Guadalquivir en los que solía ir acompañado de su amigo y consejero Ben Amar. En estas ocasiones de ocio a Almutamid le gustaba mucho caminar despacio y detenerse de trecho en trecho para conversar y, cómo no, para jugar a improvisar versos y a completar estrofas y rimas, pues sabía que tenía cierta ventaja sobre su amigo, a quien no se le daba tan bien improvisar poemas. Pero el rey insistía. Cierta tarde, a Almutamid le llamó la atención el bello efecto que producía la luz del sol de poniente sobre el agua del río, que parecía una cota de malla trenzada con hilos de oro, rizada por la brisa. Almutamid no se resistió a versificar el tema y propuso estos versos:

La brisa convierte el río
en una cota de malla…


     Se suponía que Ben Amar tenía que completar la estrofa en forma de redondilla, pero se quedó en blanco y no arrancaba. Ya se le escapaba a Almutamid la sonrisa ganadora, cuando a sus espaldas oyó una voz de mujer dulce y bien timbrada que decía:

La brisa convierte el río
en una cota de malla,
mejor cota no se halla
como la congele el frío.


     Boquiabiertos, los dos amigos se volvieron para ver quién había completado la estrofa con tanta gracia e inspiración, y vieron a una graciosa jovencita descalza que llevaba un borriquito moruno del ronzal. Y poco más vieron, pues apartándose de ellos, en seguida se encaminó salerosa hacia Triana por el Puente de Barcas.

     Otra version difiere en los versos que se dijeron, Almutamid dijo:

El viento tejiendo lorigas en el agua

     Y ella contestó:

¡ Que corazaas si se helaran!

    El rey le encargó a Ben Amar que fuera tras ella y averiguara de quién se trataba y a quién pertenecía, pues parecía una esclava. Y en efecto lo era. La llamaron a palacio y así el rey supo que se llamaba Itimad y que la llamaban “la Romayquía” por pertenecer a un alfarero llamado Romaicq. Era trianera y trabajaba haciendo ladrillos y tejas en el horno de este mercader.

    Pidió el rey a Romaicq que le vendiese la esclava, a lo que el mercader repuso que se la regalaría gustoso, pues era una esclava perezosa en el trabajo, que se pasaba el día fantaseando. Y para asombro de la corte y de toda Sevilla, el rey que hasta entonces solamente había mostrado interés por los estudios, los versos, los caballos corredores y las bellas armas, parecía haber perdido ahora la cabeza por una mujer. Ya era hora, se decía. Más sorprendente aun fue el hecho de que Almutamid no quisiera a Itimad como capricho o pasatiempo para su harén, sino que se casó con ella a los pocos días, convirtiéndola en reina de los sevillanos. Fue su única esposa y su amor duró toda la vida de ambos, sobreviviendo a los buenos y a los malos tiempos.

     Como reina Itimad fue tan prudente y graciosa, que se hizo perdonar su origen humilde. Poseía además un talento literario natural que fue respetado en aquella corte de poetas, así como avanzadas ideas feministas que no fueron siempre del agrado de los ulemas. Así por ejemplo, permitió que las mujeres sevillanas se quitasen el velo del rostro, en contra de lo que prescribía la religión islámica.

Sin embargo, a pesar de sus notables logros, Itimad no era completamente feliz como reina, pues extrañaba la libertad de su infancia en Triana, cuando corría por los campos y deambulaba por los mercados. En cierta ocasión, el rey descubrió a su esposa llorando frente a la ventana de sus aposentos. Almutamid quiso saber cuál era el motivo de su llanto, e Itimad le contestó que ya no podía hacer lo que quería, ni siquiera pisar el barro para hacer adobes, como aquella humilde mujer descalza que estaba junto al río. Y habiendo escuchado atentamente sus lamentos, al cabo de una semana el rey despertó a Itimad diciéndole que ya podía bajar al patio, donde encontraría aquello que más deseaba. En efecto, el patio del Alcázar estaba cubierto de una espesa capa de barro muy parecido al que cuando ella era niña había pisado en Triana. Pero cuando Itimad metió los pies en el barro, llena de emoción, comprobó que estaba amasado con las más exquisitas especias y perfumes del reino, como azúcar, canela, espliego, clavo, almizcle, ámbar y algalia. Y allí estuvo Itimad jugando con sus doncellas un buen rato, amasando con los pies el perfumado barro, y riendo entre alegres y estrepitosas risas.

    Sin embargo, la melancolía siguió apoderándose de Itimad, sobre todo cuando la corte se trasladó a Córdoba tras haber conquistado Almutamid esta taifa. Un día se percató de nuevo el rey de la tristeza de su mujer y le preguntó si sería esta vez capaz de devolverle la risa a sus ojos. Itimad le respondió que había deseos que ni con todo su oro podría él satisfacer. Lo que anhelaba era algo muy sencillo pero complicado en la cálida Córdoba, ver algo que nunca antes había visto, una tierra nevada. “Esto es imposible de solucionar”, pensó Almutamid, “pues en la Península no hay nieve, si no es en el Norte que es tierra de cristianos, o en Granada que es tierra de Almudafar, con quien tengo firmadas las paces y al que no me conviene molestar por un capricho”.

     Continuó pues Itimad con su nostalgia, y Almutamid no volvió a hablar del asunto. Pasado un tiempo, una mañana de febrero, cuando Itimad se despertó y se asomó al ajimez de su gabinete, no daba crédito a lo que veían sus ojos, pues todo el campo de Córdoba estaba cubierto por un terso manto de nieve. “¡Ha nevado! ¡Ha nevado!”, iba gritando Itimad por los pasillos de palacio con una alegría desbordante. Mientras Almutamid sonreía satisfecho, pues su esposa no había descubierto su amorosa superchería. En realidad había hecho traer de la vega de Málaga en caravanas de carros más de un millón de almendros que mandó plantar en la sierra cordobesa, frente a los ventanales del Alcázar Viejo. Y ahora a finales del invierno, al llegar la época de la floración, el campo cubierto de almendros floridos aparecía blanco, como si hubiera nevado copiosamente.

     Años después, sin embargo, la adversidad se ensañó con el destino de Almutamid y su reino, que quedó acorralado entre las ansias expansionistas del rey Alfonso VI, por un lado, y las del emir Yusuf, por otro. Almutamid abrió las puertas de Sevilla a Yusuf, pues pensó que al menos compartían el mismo dios. Pero Yusuf había recibido en secreto el encargo por parte de los ulemas de prender a Almutamid y desterrarlo a Marruecos por ser un sultán impío que se había casado con una sola mujer, a la que permitía extravagancias feministas y artísticas. Era también la hora de Itimad de dar pruebas de amor hacia su marido, quien en tantas ocasiones la había hecho tan feliz. Y así lo acompañó en el destierro sin pensarlo dos veces. De nuevo volvió a vivir en la miseria como cuando era la Romayquía de Triana, y para ganarse la vida, mientras su marido estaba en prisión, hilaba y tejía sin descanso. Ahora sabía que en el amor había que estar a las duras y a las maduras, y que la fortuna era aun más caprichosa que ella misma.

Poema de Almutamid a Itimad:

I nvisible a mis ojos, siempre estás presente en mi corazón.
T u felicidad sea infinita, como mis cuidados, mis lágrimas y mis insomnios.
I mpaciente al yugo, si otras mujeres tratan de imponérmelo, me someto con docilidad a tus deseos más insignificantes.
M i anhelo, en cada momento, es tenerte a mi lado: ¡Ojalá pueda conseguirlo pronto!.
A miga de mi corazón, piensa en mí y no me olvides aunque mi ausencia se larga.
D ulce es tu nombre. Acabo de escribirle, acabo de trazar estas amadas letras
:
 ITIMAD

Serva Labari

sábado, 7 de mayo de 2011

LA MURALLA DE SEVILLA

  Sevilla, ciudad de romances, la Híspalis de Julio Cesar o la Isbylia de Almotamid. ¿Quién no ha necesitado la necesidad de perderse por los callejones de su memoria?.  Hoy vamos a perdernos entre sus murallas y más adelante saldremos a pasear por cada una de sus puertas y postigos.
     Sevilla, desde Los Cartagineses, siempre ha estado abrigada por murallas. Bien es cierto que fue Julio Cesar quien construyó estas murallas, pero no es menos verdad que las mismas reemplazaban a las antiguas que están hechas de barro y madera, y que posteriormente fueron reformadas por musulmanes y cristianos. En el estudio hecho por Romualdo de Gelo, publica las modificaciones que sufrieron las murallas de Sevilla:
     En el año 844 Abd-al-Rahman II, según el historiador árabe Ibn-al-Cutya,  reconstruye las murallas destruidas por el ataque de los Normandos.
     En la época de Abd-al-Rahman III, en el año 913, se derriba parte de las murallas, dado el clima de paz existente y el crecimiento de la ciudad, según refiere Ben-Adhari.
     En 1023 el rey Abud-Qasim-Musammad ben Abbad ordenó reconstruir las murallas de Sevilla (Isbylia), como medio de protección ante el inexorable avance de las tropas cristianas, tras una complicada etapa en la que se habían sucedido el Califato de Córdoba, los Reinos de Taifas y el Imperio Almorávide.
     A finales del siglo XI y comienzos del XII los almorávides construyen las nuevas murallas, después de las campañas de guerra contra los Reyes Alfonso VI "el batallador" (1105) y Alfonso VII (1132). Destaca en este proceso el qadí almoraví Abú Bakr, quien decidió construir nuevas murallas de forma ovalada con entrantes y salientes en la zona que bordea los ríos, y con un eje norte-sur, con una longitud de unos 7.180 m, realizada con muros de tapial, dejando en su interior el mayor recinto amurallado de la época, unas 273 Ha, que no se colmató hasta el siglo XIX, lo que da idea de su magnitud.
    En 1150 se construye la muralla de la Alcazaba con sillares de piedra.
    En 1168 se reconstruye la muralla por el lado del río.
    En 1171 se construye el puente de barcas que une Triana y Sevilla.
   
    Las graves inundaciones de 1201 derriban parte de las murallas existentes entre las puertas de Triana y el Almuédano.
   En 1221-22 se construye la Torre del Oro, el antemuro, el foso circular que la rodea, se restauran y refuerzan las murallas existentes, lo que no impidió que en 1248 la ciudad cayera en manos de las tropas cristianas de Fernando III de Castilla, el rey Santo. Desde el siglo XIII en que Sevilla fue conquistada por San Fernando (1248), ya no tenía esta función defensiva, aunque siguió ocupando un papel importante en la defensa frente al gran enemigo histórico de Sevilla: el río Guadalquivir y sus avenidas. Diecisiete inundaciones se registraron en Sevilla durante el XVI, más una veintena que afectaron parcialmente al recinto de la ciudad. Por ello se conservaron hasta el siglo XIX. Fuera de las murallas, las aguas embarraban y arrasaban los cultivos y sembrados, arruinando las cosechas y cortando las comunicaciones durante semanas. En ocasiones, la violencia de la inundación era tal que se llegaba a romper el puente de barcas, aislando a Sevilla de Triana y de su entorno. El puerto fluvial, vital para la economía de la ciudad, sufrió siempre la fuerza de las avenidas, interrumpiendo el funcionamiento de la aduana, dañando las mercancías y los almacenes que las aguardaban, anegando los barcos. A veces, las inundaciones del Guadalquivir se veían incrementadas con las aguas del Tagarete, el otro cauce que bordeaba la ciudad por el este y sur.
     Después de la conquista cristiana las murallas siguieron defendiendo la ciudad,  hasta que en 1861 se decidió la demolición de una de las murallas más largas de Europa

     Las murallas llegaron a alcanzar 7314 metros y llegaron a tener 166 torreones que distaban uno de otro a 40 metros, hubo 13 puertas y 6 postigos. Estaban hecha con mortero de cal.

          Las torre estaban edificadas estratégicamente o cerca del río, asi tenemos por ejemplo, la Torre del Oro,  su misión era controlar la entrada de barcos a la vez que impedir el paso de los mismo por el lado izquierdo del río. Para ello se apoyaba de un fortín en la orilla opuesta, desde el mismo se tendía una cadena que al ser tensada impedía el trafico de barcos. En los casos en que la torre quedaba aislada se levantaba un lienzo de muralla con lo que quedaba insertada en la cerca general; a este lienzo de muralla se le denomina coracha. En la muralla de Sevilla se construye una coracha que va desde el Alcázar hasta el río, en cuyo recorrido se conservan aún cinco torres: dos en la antigua cilla del Cabildo (calle Santo Tomás), de planta cuadrada; la Torre del Homenaje  o de Abb-al-Aziz (Avda. de la Constitución) de planta hexagonal; la Torre de la Plata de planta octogonal (calle Santander), y en el extremo de esta coracha la Torre del Oro de planta dodecagonal. En la actualidad esta última se encuentra aislada al derribarse en el año 1821 la muralla que la unía a la Torre de la Plata.
     De las puertas de Sevilla y postigos iremos hablando poco a poco, como  introducción diremos que las puertas fueron: La del Sol, Osario, Carmona.La Carne, San Fernando, Jerez, El Arenal, Triana, Real, San Juan, La Barqueta o Almenilla, La Macarena y la de Córdoba. Los postigos: El del Aceite, del Carbón, del Jabón, Alcazar, San Antonio y Feria o Basura.

Serva Labari

Nota.- Fuentes consultadas: Estudio de Romualdo de Gelo sobre la muralla y puertas de Sevilla. Fotos de Martin Javier

viernes, 6 de mayo de 2011

EN BUSCA DE LA GLORIA

                                                                      ¿Qué me dices?
-          Lo que oyes. ¡Ya estaba yo harto!. La gente se me venía encima con cuchufleta y yo, ¡ya tu ves!, me tenía que aguantá pa no ponerme a malas con el público. ¡Pero mañana!...¡Ya verán mañana lo que vale en el terreno Joselito Perales (a) El Apetito.
-          ¡ Y que lo digas! ¡Yo estoy contigo!
-          Que te muera tú, que eres el amigo que yo mas quiero…
-          Oye, ¿por qué no pones el ejemplo contigo mesmo?
-          Me da iguá, hombre. Si yo soy capá de apostá hasta mi mujé, a que como me ponga un toro claro, boyante y gueno, sube El Apetito mas que la má.
-          M`alegraré que te sarga gueno ese animalito.
-          Gracias, Curro.
-          Asina le dará conciencia de jacerte daño.
-          ¡Que ma jasé daño!. Si acude bien ar trapo…. ¡Dios mio de mi arma!. Me veo por la calle de la Sierpes jecho un marqué: con un pantalón blanco mu torero y mu ceñio, un chaleco verde, como er de maestro, cortito y macareno, y una chaqueta asú, y una corbata colorá, y un sombrero marrón, y unas botas amarillas claras…
-          ¡Para er carro, chiquillo! ¿No te tomaran por el arco iri o tar vé por un loro con sombrero ancho?
-          Que me tomen po lo que quieran. ¡Bastante se me va a importá a mi!. ¡Lo que quea que rabiá! ¡ ¡ Envidiosos ¡ Y yo mientras jecho una carcomanía, según voy a di de paquete y pinturero, solicitao por las mujeres, gorviendo locas a las marquesas, a las condesas y hasta a las principesas; con los empresarios a patá, los billetes a montones y los briyantes..¡ Sin brillante va a di er nene ¡ ¡ hasta en los carzoncillos blancos voy a llevar briyantes ¡ … ¡ Ay, Curro de mi arma, que me sarga un toro… y a la gloria!.
-          ¡Gueno, hombre gueno! ¡No te pongas así! ¡Yo te creo! ¡Tu sabes que yo te creo! ¡Pero vamos, a la gloria!....
-          ¡De la primera!
-          De la primera ya te contentarás con llega a las nubes…. ¡Que vas a llegá!

La conversación siguió con sus naturales derroteros. Curro, alto y cenceño, escondiendo la malicia de sus cincuenta y seis años que le brillaba en los ojos inquietos, detrás de sus blancas patillas bandoleras, echaba sobre los entusiamos de Joselito Perales, El Apetito, la ducha de agua fría de sus comentarios zumbones.
-          Gueno – siguió- ¿y como te las has arreglao? ¿Qué les ha dicho ar maestro Maoliyo El Espartero?
-          ¡Las cosas! Que no me pué negá, seño Curro, que aonde menos lo piensa sarta la liebre.
-          Ya será en tu cabeza – que dijo el otro.
-          Pos que iba aburrió, renegando de mi perra suerte, y sin sabé que camino tomá, cuando me tropieso en la calle con er señó Manué, er chalán, que estba componiendo ar só unos pantalones donde tó eran remiendo y er mayó tamaño que un duro.
-          ¿Qué hay de nuevo? – le pregunté- El hilo –me contestó- y era verdá, porque lo demá era ma viejo que Noé. Tu lo que debe de jasé –me dijo-  es hablá ar señó Manué, y si quiés toreá a escape pídeselo por su pobresita tía que está en er sielo, porque quería tanto, tanto a la infelí señora, que no niega ná que en su nombre le pia.
-          Y fui, y se lo dije. Y.. ¡camará! Se puso mu serio, se quitó er sombrero y me dijo, mirándome mu parao: -Aprepara er vestio y la cuadrilla que er domingo atoreas. ¡Y er domingo es mañana!... y yá lo sabe usté tó y bendita sea la hora en que se murió la pobresita tía der Espartero, porque si no se le ocurre morirse, er que estira la pata de jambre es e hijo de mi mare.

    Arde la plaza en bullicio y entusiasmo. Por las grandísimas gradas del tendido se estrujan los mocitos ternes y las hembras de rumbo. Los mantones bordados enseñan la policromía de sus dibujos sobre los bustos turgentes, las caderas tembladoras marcan el dulce ritmo de un andar suave y acompasado, y bajo el marco, blanco y sedoso de la mantilla española, brillan los fulgores de soles ardientes los negros ojos agarenos.
   Reluce el vino dorado de la caña cristalina, los vendedores atruenan el espacio con sus gritos, al sonar de la charanga alegre los lidiadores pasean sus cuerpos garbosos encerrados en la bordada seda de los capotes y el oro refulgente de sus vestidos, y cuando el clarín domina el tumulto de voces, anunciando la salida del primer toro, callan las promesas en las bocas novias, el amor abre un paréntesis a sus juramentos, se moderan las ansias, se acallan los deseos, el cantar se recoge en las gargantas vibradoras, la respiración se suspende un momento y sobre el concurso bullangero y endomingado impera el silencio y esplende el sol vestido de todas sus galas, presidiendo esta gran fiesta española del valor y de la alegría.
   En un sillón de barrera el señor Curro asistía al espectáculo, Espartero desde el palco, esperaba las proezas de su recomendado. Y en el ruedo, El Apetito pasaba las grandes fatigas para entendérsela con aquel bicho grandote, cornalón y malintencionado que le había deparado la mala suerte.
   El señor Curro desde su asiento gritaba:
-          ¡Joselitooo! ¡Joselitooo!
-          ¿Qué quié usté, hombre? – le respondía este malhumorado-.
-          ¡A vé los hombres!
-          Señó Curro de mi arma, si tiene los demonios en er cuerpo. Si este animalito sabe jasta latín.
   Una, dos, tres, cien veces, el pobre Apetito fue enganchado. Zarandeado y volteado por su enemigo.
   El miedo, pánico totalmente, se había apoderado del torero, que loco, desorientado, no sabía si acudir a las zapatillas, que se le caían, o a la faja, que le colgaba de la cintura, o a los denuestos que el público, enardecido, le prodigaba.
   En estas circunstancias, y en el estado lastimosos en que el lidiador se veía, sonó imperiosamente el clarín, anunciando que había llegado la hora de dar muerte al toro. Al Apetito le pareció aquello las trompetas del Apocalipsis.
   Desvaído, sin aliento, arrugadas las medias que antes reflejaban la luz firmemente estiradas sobre la pierna nerviosa, el pobre Joselito cogió el estoque y la muleta con los mismos ánimos que si fuera al patíbulo.
   Brindó al presidente, y al volverse para buscar al toro, le vió retador y mugiente, hiriendo la arena con las pezuñas.
   Dio algunos pasos hacia el animal; pero de pronto cambió de intención y con ella el rumbo, y dirigiéndose al sitio donde estaba el Espartero le preguntón con voz demudada.
-          ¡Señó Manué! ¡Maestro! ¡Señó Espartero!
-          ¿Qué pasa hombre, que pasa? – respondió este, brusco -.
   Y el pobre Joselito Perales, con voz cavernosa, de ultratumba, en la que vibraban todos los acentos del terror, le dijo, como en un ancho suspiro de despedida:
-          ¿Qué si quié usté argo pa su pobresita tía…?

jueves, 5 de mayo de 2011

LA BELLA SUSONA

 El Barrio de Santa Cruz , este es el enclave de la leyenda que os voy a contar. En una ciudad con tanta historia, el ir paseando por sus calles supone a la vez ir descubriendo muchas historias bonitas y sorprendentes, a veces adornadas por el pueblo a través de los años con parte de fantasía convirtiéndolas así en leyendas.
     Me gusta conocer las historias y leyendas de los sitios que voy a visitar, porque esta mezcla de realidad y fantasía que va de boca en boca me hace que cuando voy a un lugar que no conozco de visita, ya no lo veo como un simple monumento, sino que ese trocito de la historia que me contaron lo hace más cercano y a veces te puedes imaginar como eran las gentes que vivían en otro tiempo, sus costumbres, su vida cotidiana.
     Un día, de niño aún,  mientras paseaba con mi padre por este barrio me contó esta historia o leyenda. Para quien no sea de la ciudad, os voy a dar una serie de datos que yo considero importantes para entrar en materia. El Barrio de Santa Cruz está compuesto de calles y callejones laberínticos, muy estrechos (algunas de poco más de un metro). Estas calles tan estrechas, se hacían así antiguamente para protegerse del riguroso sol del verano sevillano y muchas terminaban en plazuelas para que pudiera entrar el aire por ellas. El barrio está situado a los pies de la Giralda y está rodeado por las murallas del Alcazar.
     Por una de estas calles, cerca del patio de Banderas y desembocando en la Plaza de Doña Elvira se encontraba la antigua calle de la Muerte, ahora en honor de la historia que os voy a contar pasó a llamrse  calle Susona. Llamó mi atención un azulejo un poco macabro, en el que aparecía una carabela con un nombre escrito debajo. Empecé a preguntar y buscar toda la información al respecto sobre esta historia de traición, amor y venganzas.
     Antiguamente como en gran parte de España aquí en Sevilla convivían tres grandes religiones, la cristiana, musulmana y la judía. En Sevilla se alojó una importante colonia hebrea, especialmente cuando destruido el califato, muchas familias de Córdoba la eligieron como nuevo refugio al principio del siglo XI. Como en todos sitios eran grandes comerciantes, dedicados también al manejo del dinero. Principalmente esto y la diferencia de creencias hacían que fuesen personas no queridas por los cristianos, que empezaron una campaña contra ellos.
     En 1481, en la época de los reyes Católicos, empezó a fraguarse un complot por parte de los judíos. Esto sucedió como represalias al trato sufrido de parte de los cristianos. La cosa ya venía de un siglo antes, cuando se produjo una gran matanza, con cerca de 4000 judíos muertos en la que casi terminaron con los judíos de Sevilla. Los judíos intentaban, mediante el citado complot, hacerse con el control de la ciudad. Para ello también buscaron el apoyo morisco. El lugar elegido para la reunión de estos fue la casa de Diego Susón judío converso, cabecilla de la revuelta. Este banquero vivía con su hija Susana Ben Susón, conocida en la ciudad como “la fermosa fembra” por su hermosura.
     La bella judía recibía tantos halagos de sus vecinos que le hizo soñar con alcanzar un puesto en la vida social de la ciudad y comenzó a verse con un hidalgo cristiano de Sevilla. Un día mientras esperaba que todos se acostasen en su casa para ir al encuentro de su amante se enteró de la conspiración que tramaban los suyos con su padre a la cabeza, en la cual pensaban atacar a los principales caballeros de la ciudad.
Temiendo que le pasase algo a su amado, Susona acudió a su amante para advertirlo del peligro que corría y que así este pudiese ponerse a salvo. No se dio cuenta que con ello ponía en peligro a toda la colonia judía de Sevilla.
     Su amante al momento puso la rebelión a oídos del asistente de la ciudad Don Diego de Merlo, que se personó en la judería para acabar con la rebelión y detener a los cabecillas de la misma. Entre ellos evidentemente se encontraba Diego Susón, el padre de nuestra protagonista. Detuvieron a los judíos y se lo llevaron a la cárcel, donde permanecieron unos pocos días y después fueron ahorcarlos en Tablada.
     Repudiada por los suyos, por ser la causante de la muerte de su propia gente, y tras caer en la cuenta de su grave error, la Susona desesperada busca ayuda en la Catedral donde le dan la confesión y el bautismo. Su amante no quiso saber nada de ella después de lo sucedido y abandonada por todos la bella Susona, busca consuelo y refugio en un convento de clausura de la ciudad .En el cual terminó sus días, muy apenada por ser la responsable de la muerte de su propio padre.
     A la muerte de la Susona y tras abrir su testamento, se encontró en él escrito “Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás”.
     Ciertamente se hizo la voluntad de la misma y tras su muerte y durante más de un siglo, hasta bien entrado el 1600 permaneció la cabeza de esta en dicho lugar en la conocida por este macabro motivo como calle de la muerte. Tiempo después se colocó un azulejo con una carabela y se cambió el nombre de la calle, por Susona .Esto se puede ver todavía en el Barrio de Santa Cruz.
Los datos mencionados en esta leyenda son rigurosamente ciertos y se conservan los nombres de los participantes en la reunión y las frases que mencionó Diego Susón al ir al patíbulo.
     Pero de lo que pasó después con Susona, he leído varias historias, una que fruto de sus amores con un obispo tuvo dos hijos y luego abandonada por este también se hizo amante de un comerciante de la ciudad. Otra que permaneció sola hasta su muerte en el convento muy apenada por el sufrimiento que causó, no se cual será la cierta eso también es parte de la leyenda.

Serva Labari


LA PUERTA DE SAN FERNANDO (PUERTAS DE SEVILLA)

La fotografía de la izquierda es una maqueta de lo que fué la Puerta San Fernando, la otra fotografia es un montaje de como quedaría actualemnte si aún existiese.

    Popularmente se le conoció como Puerta Nueva, su construcción data de 1760 y su situación era en la actual calle San Fernando, (también conocida como calle Nueva o calle San Carlos) al final de la misma, a la altura de actual bar Oriza, donde acaba los jardines de Murillo y las murallas del Alcázar, siendo demolida en Septiembre de 1868 tras los acontecimientos revolucionarios.


 Al objeto de construir esta puerta, se edifica una torre, copia exacta de otra ya existente, y entre ambas queda construida una nueva entrada a la ciudad. Esta puerta, a diferencia de las otras ya existentes, no toma el nombre con referencia a situación geográfica o comercial. Se construyó para dar servicio a la ciudad y a la fabrica de tabaco.

       Borcht va a construir un "arco triunfal" de un vano reforzado formalmente por columnas dóricas. El lenguaje utilizado es similar en todos sus aspectos: apilastrados que corren detrás de las medias columnas, almohadillados, placas, frisos, balaustrada superior maciza y jarrones responden a los mismos temas lingüísticos del edificio principal, que también ser verán repetidos en los alzados de las viviendas que se construirían.

       La puerta, colocada entre dos altas torres paralelepipédicas, aumentaba su importancia a la vez que rectificaba el límite simbólico de la ciudad hasta ahora medieval en este punto.

      La situación de las torres, cuya distancia mínima entre ambas era de 8 metros, es algo atípica, ya, que al contrario de la estética, no estaban parraleras sino que giradas unos 45º.

Serva Labari

Nota.- Fuentes consultadas web alma mater de la Universidad de Sevilla. Fotografias extraidas desde la misma web

miércoles, 4 de mayo de 2011

LA REJA SEVILLANA

               Tiene la reja sevillana una dorada leyenda de pasión y el atractivo denominador de un poderoso encanto. Es deleite de los sentidos y asombro y maravilla del espíritu.
                Cerrada, la fantasía forja alrededor de sus calados hierros y de sus cristales bruñidos por un beso de luz, mil divinas quimeras; abierta, es perpetuo trono de hermosura, manantial de ansias, raudal de ilusiones, semilla de alegría, jardín de ensueños, palpitar de suspiros, crujir de labios, rozar de alientos, temblor de manos acariciantes, fulgor de ojos negros que brillan acerados como hojas de puñales, fragua viva de cuyo lecho  de rubíes se levanta, con todo el imputo salvaje de su ceguera loca, el terrible fantasma de los celos.
                La reja florida subyuga y atrae porque entre laberinto de sus geranios, jazmines, claveles y albahacas, se adivina la rosa fragante de una cara femenina; la reja sin flores, silenciosa ante los visillo impenetrables, muda frente a la blanca celosía magnetiza y abstrae, porque evoca la visión de los claustros de conventos con sus celdas calladas, como nichos de cementerios, el arrobo místico de las monjas en oración, el clamor de la piedad y el del sacrificio que asciende del coro, la solemne quietud del templo y la dura penitencia de los cilicios, tortura de la carne donde se aviva el ansia del pecado; porque recuerda las estancias voluptuosas de los harenes, lugares de molicie y placer, perfumados altares de sensualismo, sin ritos ni sombras, con sol y perfumes, aliento de jardines, rumor de surtidores y hervir de espumas en las dichosas aguas que sienten la mansa posesión de las blancas turgencias; porque rememora los días en que fue intermediaria de las exaltadas obsesiones de los fanatismos y acreditó el supremo poder del amor, mas fuerte que los hierros, mas sagaz que todas las previsiones, mas fervoroso que la religión misma, mas grande que todas las grandezas humanas.
                Ha sido ahí, en ara de esas rejas famosas, donde mayor número de sentimentales desposorios  ha hecho el romanticismo y donde mas himnos de inmortalidad  ha escrito el amor
                Cárcel de los mágicos cuerpos femeninos, siempre tiene la piedad de un espacio para que las bocas anhelantes sellen con el rojo lacre de un beso ardiente, los mas firmes pactos; tortura cruel para la vehemencia y los afanes es el incentivo mayor de las pasiones y el mejor alimento de la esperanza.
                Estas rejas podían figurar como un símbolo de la vida. A través de sus hierros,  como la existencia a través de su cadena interminable de horas, ven pasar todos los dolores y todas las alegrías. Dolores y alegrías que van trabajando el ánimo desde la juventud hasta la vejez, como si fuesen la sombra obligada de nuestro propio cuerpo, como un contraste fatalmente necesario,  tormento del alma, grotesco mohín del destino que nos va preparando con pérfida lentitud para ese otro contaste terrible, que empieza con colores de nacimiento y termina con blanca frialdad de la mortaja.
                Es las amadas rejas de Sevilla ríe el amor, lloran los desengaños,  matan los celos. Como dicen los labios madrigales, escriben epitafios las navajas. Son lindas y fuertes, altivas y humildes, cariñosas y trágicas.
                A la caída de la tarde, cuando los horizontes se enjoyan de ópalo y la brisa pasa a ras de piel con suavidades de terciopelo y el sol agoniza el en blando reposo de un lecho de nubes y los azahares saturan el ambiente de su perfume adormecedor y lujuriantes y las sombras van naciendo de las negras entraña de la noche, amanece en las ventanas la aurora sonriente de una cara de mujer.
                Ya espera el mocito gentil y garboso, flamenco bajo su capa de bordadas cenefas, pinturero con su alto pantalón ceñido y su ancho sombrero de redondas alas. Entonces comienza la eterna sinfonía. Chocan las palabras con las rosas, van los deseos muy a flor de labios, suben los afanes desde lo más hondo del corazón. No se cambian las conversaciones sin su adorno de suspiros y sus estremecimientos de mutuas ansiedades. Es propicia la ocasión; testigo la soledad, heraldo el silencio, cómplice la noche apacible, estimulo el céfiro sutil que cosquillea en la piel… Desde el oscuro fondo avanza paulatinamente, como atraída por el brujo magnetismo, la cabeza admirable de la bella. Sobre la blancura del mágico óvalo, destaca el brillo calenturiento de la mirada; es una maraña de seda el pelo que ahoga en sus revueltas ondas el aroma lacerante de la roja diadema de claveles; es como un rebullir de palomas la palpitación acelerada de los senos vírgenes; es como una herida fresca el prodigio carmesí de su boca; son como dos suaves magnolias sus manos de imagen… Avanza, avanza sugestionada por el cariñoso hablar del mocito conquistador. Entre promesa, suspiro y juramento, va tejiéndose un rico tapiz de palabras que mientras suenan en el aire repican en el arca del pecho, que es cantera de ilusiones y cementerio de desengaños.
                Llega la divina cabeza a sentir el frio de los hierros, y el farol titilante, que parece dormir en su urna de cristal, alarga la llama amarilla y pone sobre el nácar de las carnes un fulgor de oro. Suena, largo, interminable, apasionado, febril, un beso en la noche. Después un adiós como un sollozo; pasos rítmicos, luego, de un hombre que se aleja; el revolar de una capa al volver la solitaria esquina y dos miradas que se encuentran en un cruel ¡hasta mañana!
                Las hoja se cierran reflejando el argénteo brillar de la luna preso en sus cristales. Guardan las flores en sus corolas la ternura del presenciado idilio y a dormir.
                Mañana una vieja murmuradora y vigilante, contará en el barrio, entre ironías y cuchufletas, el madrigal de la reja florida.
                Fue ella el único testigo desde su ventanilla, que tiene, a falta de maceta, un latoncito sembrado de albahaca, por todo adorno la jaula vacía de un grillo, por toda defensa dos hierros trabados en forma de cruz, para que el diablo no entre a llevársela, y por historia y ascendencia el mismo candil chisporroteador  y grasiento que alúmbrala la  famosa estocada de Don Pedro El Cruel.
                Pero el encono imprudente de la vieja murmuradora y vigilante, no logrará cerrar las ventanas floridas,  ni acabar con los felices coloquios, ni con los besos apasionados.