ASI SOY

Díscolo demasiadas veces, intento suplirlo con ciertas rachas en ser competitivo y eficiente, teniendo un estilo muy sevillano. Siguiendo con el carácter de mi tierra, se me da tan bien ser despreocupado, como responsable, aunque me aplique más en lo primero. Sin embargo, mi disconformidad, provoca que no me gusten los límites, y me aplico en que se superen, tanto los míos, como los sociales. A veces de modo alocado, otras, responsablemente (creo).

jueves, 5 de mayo de 2011

LA BELLA SUSONA

 El Barrio de Santa Cruz , este es el enclave de la leyenda que os voy a contar. En una ciudad con tanta historia, el ir paseando por sus calles supone a la vez ir descubriendo muchas historias bonitas y sorprendentes, a veces adornadas por el pueblo a través de los años con parte de fantasía convirtiéndolas así en leyendas.
     Me gusta conocer las historias y leyendas de los sitios que voy a visitar, porque esta mezcla de realidad y fantasía que va de boca en boca me hace que cuando voy a un lugar que no conozco de visita, ya no lo veo como un simple monumento, sino que ese trocito de la historia que me contaron lo hace más cercano y a veces te puedes imaginar como eran las gentes que vivían en otro tiempo, sus costumbres, su vida cotidiana.
     Un día, de niño aún,  mientras paseaba con mi padre por este barrio me contó esta historia o leyenda. Para quien no sea de la ciudad, os voy a dar una serie de datos que yo considero importantes para entrar en materia. El Barrio de Santa Cruz está compuesto de calles y callejones laberínticos, muy estrechos (algunas de poco más de un metro). Estas calles tan estrechas, se hacían así antiguamente para protegerse del riguroso sol del verano sevillano y muchas terminaban en plazuelas para que pudiera entrar el aire por ellas. El barrio está situado a los pies de la Giralda y está rodeado por las murallas del Alcazar.
     Por una de estas calles, cerca del patio de Banderas y desembocando en la Plaza de Doña Elvira se encontraba la antigua calle de la Muerte, ahora en honor de la historia que os voy a contar pasó a llamrse  calle Susona. Llamó mi atención un azulejo un poco macabro, en el que aparecía una carabela con un nombre escrito debajo. Empecé a preguntar y buscar toda la información al respecto sobre esta historia de traición, amor y venganzas.
     Antiguamente como en gran parte de España aquí en Sevilla convivían tres grandes religiones, la cristiana, musulmana y la judía. En Sevilla se alojó una importante colonia hebrea, especialmente cuando destruido el califato, muchas familias de Córdoba la eligieron como nuevo refugio al principio del siglo XI. Como en todos sitios eran grandes comerciantes, dedicados también al manejo del dinero. Principalmente esto y la diferencia de creencias hacían que fuesen personas no queridas por los cristianos, que empezaron una campaña contra ellos.
     En 1481, en la época de los reyes Católicos, empezó a fraguarse un complot por parte de los judíos. Esto sucedió como represalias al trato sufrido de parte de los cristianos. La cosa ya venía de un siglo antes, cuando se produjo una gran matanza, con cerca de 4000 judíos muertos en la que casi terminaron con los judíos de Sevilla. Los judíos intentaban, mediante el citado complot, hacerse con el control de la ciudad. Para ello también buscaron el apoyo morisco. El lugar elegido para la reunión de estos fue la casa de Diego Susón judío converso, cabecilla de la revuelta. Este banquero vivía con su hija Susana Ben Susón, conocida en la ciudad como “la fermosa fembra” por su hermosura.
     La bella judía recibía tantos halagos de sus vecinos que le hizo soñar con alcanzar un puesto en la vida social de la ciudad y comenzó a verse con un hidalgo cristiano de Sevilla. Un día mientras esperaba que todos se acostasen en su casa para ir al encuentro de su amante se enteró de la conspiración que tramaban los suyos con su padre a la cabeza, en la cual pensaban atacar a los principales caballeros de la ciudad.
Temiendo que le pasase algo a su amado, Susona acudió a su amante para advertirlo del peligro que corría y que así este pudiese ponerse a salvo. No se dio cuenta que con ello ponía en peligro a toda la colonia judía de Sevilla.
     Su amante al momento puso la rebelión a oídos del asistente de la ciudad Don Diego de Merlo, que se personó en la judería para acabar con la rebelión y detener a los cabecillas de la misma. Entre ellos evidentemente se encontraba Diego Susón, el padre de nuestra protagonista. Detuvieron a los judíos y se lo llevaron a la cárcel, donde permanecieron unos pocos días y después fueron ahorcarlos en Tablada.
     Repudiada por los suyos, por ser la causante de la muerte de su propia gente, y tras caer en la cuenta de su grave error, la Susona desesperada busca ayuda en la Catedral donde le dan la confesión y el bautismo. Su amante no quiso saber nada de ella después de lo sucedido y abandonada por todos la bella Susona, busca consuelo y refugio en un convento de clausura de la ciudad .En el cual terminó sus días, muy apenada por ser la responsable de la muerte de su propio padre.
     A la muerte de la Susona y tras abrir su testamento, se encontró en él escrito “Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás”.
     Ciertamente se hizo la voluntad de la misma y tras su muerte y durante más de un siglo, hasta bien entrado el 1600 permaneció la cabeza de esta en dicho lugar en la conocida por este macabro motivo como calle de la muerte. Tiempo después se colocó un azulejo con una carabela y se cambió el nombre de la calle, por Susona .Esto se puede ver todavía en el Barrio de Santa Cruz.
Los datos mencionados en esta leyenda son rigurosamente ciertos y se conservan los nombres de los participantes en la reunión y las frases que mencionó Diego Susón al ir al patíbulo.
     Pero de lo que pasó después con Susona, he leído varias historias, una que fruto de sus amores con un obispo tuvo dos hijos y luego abandonada por este también se hizo amante de un comerciante de la ciudad. Otra que permaneció sola hasta su muerte en el convento muy apenada por el sufrimiento que causó, no se cual será la cierta eso también es parte de la leyenda.

Serva Labari


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